Irene Torres

irene torres
Es con profunda tristeza que la familia de Irene Torres de Seguin Tx. lamenta su fallecimiento, acaecido en su hogar la noche del Jueves 30 de Mayo, 2019, amorosamente rodeada por su familia y amigos. Nacida en Nueva Rosita, Coahuila, México, el 2 de Julio de 1947. Sus padres, José Ángel Ortíz y Paulita Vigil, la precedieron en la muerte, así como sus hermanos Mario y Javier, y sus hermanas Alicia y María Esther. Será inmensamente extrañada por su esposo, Armando Torres, con quien vivió felizmente casada por más de 53 años, sus hijas Irene Guadalupe, Eva Hilda, Lucy y su esposo Hugo Robateau, Maricela y su esposo Juan Carlos Vega; sus hijos Jesús Armando y su esposa Idalia Patricia, y su bebé Roberto Carlos y su esposa Perla Deyanira. Sus hermanos Arturo, Armando, José Ángel y Juan Manuel, y sus hermanas Dora Elia, Clementina y Diana Patricia. Sus nietos Jonathan y Janette Robateau, Janelly, Josué y Joanna Torres, Laiza Magdiel, Astrid Hazaya, Karla Irene y Carlos Armando Vega, y Esli Irad, Gail Yamilet, y Eder Abdiel Torres, sus pequeños bisnietos Jackson y Korinne. Así como multitud de familiares y amigos muy queridos. Irene se crió en Palaú Coahuila, donde contrajo matrimonio y formó su propia familia, a quienes profesaba un amor infinito. Asidua estudiante de la Biblia, su amor por lo que aprendía constantemente en ella la llevó a hacerse Testigo de Jehová en 1986, y a compartir lo que leía en ella con todo a quien conocía, impartiendo cursos bíblicos a incontables personas, y haciendo todo esfuerzo posible por hablar a otros de Jehová, el Dios a quien servía, sus propósitos y promesas, en los que ejercía una profunda fe. Al ir creciendo sus hijos, se mudó junto con su esposo a Port Arthur Tx, años después a Del Río Tx y posteriormente a Seguin TX. Cultivando amistades duraderas en todo lugar en que vivió y visitó. Su carácter alegre, amoroso, compasivo y generoso le ganaba el cariño de cuantos la conocieron, quienes admiraban su amoroso trato y su gran hospitalidad. Trabajadora incansable y creativa, disfrutaba de hacer cosas con sus propias manos y preparar comidas para otros, así como dar y compartir lo mejor de lo que tenía, por lo que también hospedaba y acogía cariñosamente en su hogar a quienes pudieran necesitarlo, al mismo tiempo que cuidaba con gran dedicación a su amado esposo Armando, de quien no sólo fue esposa y compañera, sino su principal enfermera durante muchos años, dejando un excelente ejemplo de amor y fidelidad. Su recuerdo no sólo quedará para siempre grabado en los corazones de su familia y amigos, sino indudablemente en la memoria perfecta del Dios a quien amaba y servía, Jehová; quien ya está anhelando llamarla de nuevo a la vida.

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